6.5.21

Un lugar al que voy de improvisada

Mientras escribo esto suena.

No logro recordar, no sé cuánto tiempo o cuál había sido mi última visita. Lo intento y pienso que tal vez fue en la villa del hotelazo aquel con la familia del amigo que me llevó de agregada porque les sobraba un lugar y todos lo batearon menos yo. Recuerdo que después ese hombre engordó y le causaba mucho pudor su sobrepeso. Para esconderlo usaba una faja color piel abajo de sus camisas Prada que le provocaban sudar y también sufría por eso. Era un ciclo idiota gordura-faja-sudor inquebrantable.

Tal fue vez antes, con mis primos paternos y ese tío al que ya ni le hablamos y que también me llevó porque sobraba un lugar... Chance alguna de esas fue la última.

Esta vez fueron solo 3 días, de pisa y corre dicen. Y qué creen, también fui porque sobraba un lugar y para llevar a mi mamá con su hermana a que se distrajera aunque fuera un par de días.

Estuve malabareando entre juntas, trabajo y tratar de estar en los horarios con menos gente para aprovechar la alberca de proporciones bíblicas (En mi mente todo lo bíblico es exagerado). El aire pesado y caliente, el ruido a mar y disfrutar el cambio de panorama que en esta era pandémicas es un lujo.

Mi última parada antes de manejar de vuelta fue Beto Godoy, y cual buen destino pandémico: vacío.
Éramos a lo mucho 3 mesas ocupadas en un horizonte infinito de mesitas azules. Un sentimiento entre nostálgico y afortunada de poder estar ahí. Después de los protocolos de limpieza, comencé a sentir que me llegaban un kilo de recuerdos, pedí un cenicero, esa era la misión improvisada de mi escapada a la playa: Lograr ir a ese restaurante a robarme un cenicero de barro con la marca.
Mi robo tenía 3 propósitos:

Impro 1. Es la primera vez en mi vida que fumo frente a mi mamá y me quedaba un cigarro vivo. Estoy explotando mi mal hábito porque se que no se va a repetir, es una licencia con fecha de caducidad, francamente no me siento cómoda fumando frente a mis viejos. Sin embargo, admito que me gusta mi voz ronca.

Impro 2. Antes tuve un cenicero de Beto Godoy, lo quebré en un OLGA (calificativo de torpeza provocada por mi necedad de aventarme a todo lo que se me pone enfrente y deriva en más de un instante desafortunado... o no).
Aquella y ésta vez fueron objetos robados.
Ese cenicero conmemoraba la primera vez que me enamoré de alguien y me fui de parranda a Barra Vieja con él separándonos del grupo sin decirle nada a los demás, día de hamaca, traje de baño, pescado, chelas y besos. Recuerdazo...

Impro 3. Recordar la escapada a esa playa cercana de Barra Viaja con la Jajahuata y Robin. Sin duda, uno de los mejores viajes de mi vida. Todo salió bien; hasta lo que salió mal. Cada instante de ese viaje está grabado en mi cabeza, salimos un día antes por ocurrencia y cada paso era una desición nueva, nada de planes, todo con un timming inmaculado. Cruzar el lago para llegar a la playa, la fogata con cocos secos, el aroma delicioso, acampar, la lluvia, las tortuguitas desovando, la risa, las arañas en las flores de terciopelo. Todo fue simplemente perfecto.

Dejé este texto reposando 6 meses. Apenas en esta línea lo retomo. Curiosos los tiempos del aquí y ahora. Me queda claro que esto va de recordame que los lugares inesperados son escapes de la intuición. Intentar planear tanto en años pasados fue una idea segura pero limítrofe, definitivamente alejadísima de mi naturaleza. La vida con rueditas de entrenamiento. Tener intención por el momento me basta. Toca acomodar, valerse de lo que sé, averiguar lo que no, preguntar, juntarse con las personas correctas para mi, soltar el equipaje innecesario, chingos de cariño, buenas intenciones, lealtad, tener espacios para estar en silecio, entender la impermanencia y que todo puede desaparecer en un istante y está bien. Escuchar y escucharme.

Lo incalculado: ese latir a galope, el golpe seco en el pavimento caliente, saber que algo que observo tiene muchas explicaciones que ni siquiera entiendo, la profunda incertidumbre, el rechazo, esa ráfaga de granizo que cada año aturde al inicio de la temporada de lluvia, la nada.

Por cierto de nada, ya dejé de fumar hace un mes. El único fix que a veces me estoy dando es con el aroma de un fumadorzaso que me cae rebien aunque es medio Mula.
Improvisadora con intención, bye bye rueditas de entrenamiento, quédense en tapanco de las cosas que uso poco o me da miedo aún despedirme de ellas antes de donarlas.








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