13.7.20

Mi parsa

A. sin duda es una de esas personas que son pilar de mi carácter. 

Hace algunos días tuve una conversación donde por primera vez sentí que era su voz la que salía de mi garganta. 
Fue muy extraño. Son palabras y una idea que me repitió desde escuiclita y he adoptado como propia. Pero recuerdo con claridad cómo sentí que su voz era la que salía de mi garganta, no solo la misma idea, que él era quien las decía porque yo no me atrevía a hacerlo por miedo.

Un acompañamiento muy místico en un instante de profundo desasosiego y en el que le perdí un poco el miedo a su muerte cuando suceda, A. está en mi en una forma que no lograré dimensionar jamás. 

Me veo en él con el gesto que hago con los dedos al hablar cuando los pongo sobre mi boca, en el silencio, en las caminatas largas, en los días de bici, en las conversaciones de lectura... Siento que mientras más crezco más me convierto en la versión femenina de él.

La semana pasada comencé a ver el fútbol con él. Me solté para hacer una actividad que creía totalmente aburrida y con él es divertidísimo hacerlo, creo que se va a convertir en un clásico. A sus setenta y tantos me sigue enseñando su compañía partes de mi que no conozco, es un gran parsa.

Esta foto la tomé en un día que nos fuimos de pinta al mirador de la latino hace muchos años, pero resume tan bien quién es. Asomado a esa ventana, a la ciudad, sin juzgar, sin decir mayor cosa, observando, con un libro que siempre está forrado de papel estraza para que no se maltrate y poder tener algo con qué tomar notas a la mano. Observando con el universo a sus pies, listo para hacer lo que él le mande. 

1 comentario:

Will Fredy dijo...

Hermosa reflexión que tan bien los describe a ambos mi querida Olguita. Sobre todo a ese ser tan especial que, en ese silencio atronador observando a la vida, ha ido esculpiendo a ese ser maravilloso que tú eres y que a la vez se ha convertido en el espejo donde te reflejas constantemente. Qué afortunada eres!

Y qué afortunados somos también los que hemos tenido la suerte de haber sido observados por él en un momento u otro desde ese rincón de la torre llamada amistad.

Los quiero mucho a ambos desde lo profundo de mi corazón.