En el inicio del 2000 viví 10 meses en España. Un pueblito de estudiantes, Salamanca.
El Sergio se llamaba uno de los primeros amigos que hicimos con mis roomates. Un jovencito bar tender que era de risa fácil y mucha plática. A través de él conocí a Camarón de la Isla. Flamenco puro y duro.
Me costaba en esa época entender esa juventud rebelde a través del flamenco y la vida gitana.
Hoy recordé lo bien que me hace esta música, la risa del Sergio, el sentimiento del cantaor, esas inflexiones de la voz rasposita y quebrada, llevar el ritmo a palmadas o golpes y como mi cabeza se desconecta para solo escuchar.
Hoy no es mi mejor día, pero estos son en los que más aprendo y también los agradezco.
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