8.1.09

Ningún amor en el mundo puede ocupar el sitio del amor, no hay nada que hacer.

Dio un paseo por el portón y volvió hacia ella.
– Para el amor no hay vacaciones –dijo–, no existen. El amor hay que vivirlo totalmente, con su aburrimiento y todo; para eso no hay vacaciones posibles.
Hablaba sin mirarla, de cara al río.
– Y el amor es eso. Sustraerse no es posible. Ocurre lo mismo con la vida, con su belleza, su mierda y su aburrimiento.

Los caballitos de Tarquinia
Magrite Duras.