14.9.07

Yo soy una muchacha igual que todas.


Dedicado a MCP.
Hace algunos meses tuve que estudiar con calma el proceso de cómo se cambia una llanta. Y le doy ese grado de altivez, porque fue un ejercicio para una clase de la especialidad; pensar concienzudamente los pasos requeridos para cambiar un neumático y elaborar con ellos un cuento en el que, entre la historia, estuvieran claras esas instrucciones, yo hice un cuentito breve de suspenso. Luego subiré el cuento… ahora no vengo aquí por eso.

Pues ayer en plena lateral del viaducto con mi coqueto estereo conectado al ipod y cantando como la estrella que me proyecto cada vez que me topo con un volante enfrente y ningún público en mis asientos, siento que el auto rueda con dificultad, paso el semáforo para no entorpecer el tráfico… y en efecto, el bache con el que me había topado en la mañana completó su misión al encontrarse con otro bachecillo menor. ¡Que coraje!, la llanta era nueva, la hora no aportaba mucha luz que digamos, me estaba cayendo de sueño (la técnica de la cantada en el camino es muy buena para llegar despierta pero no para evitar baches, se aceptan sugerencias) y mis conocimientos sobre cuentos de cambios de llantas no estaban precisamente frescos en la memoria.

Seguro van a creerme exagerada pero no pasó más tiempo del necesario para bajarse del auto, buscar a la culpable y hacer una mueca de descontento para tener a 2 gallardos caballeros ofreciéndose a ayudarme en la masculina tarea. ¡Que suerte la mia!, evidentemente no me dejaron intervenir en la empresa y en menos de 10 minutos estaba nuevamente en mi camino a casa junto con un sentimiento hondo de estupidez femenina a cuestas. Y en el corto tramo que me faltaba para llegar a mi destino, pensé mucho cuál de los 2 sexos es más culpable en aquello del machismo, nosotras adorables indefensas o ustedes gallardos protectores. No llegué a ninguna conclusión, nuevamente me atacó el terrible sueño acumulado después de varios días de cierre, pero me hice la promesa de que en la próxima ocasión que me encuentre a un desafortunado con llanta ponchada seré yo la gallarda dama que cambie esa llanta, después de todo, “Tan solo soy una chica”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Apuesto a que no te atreverías, ni tú ni ninguna otra mujer, a detenerse a ayudarle a un hombre a cambiarle la llanta. Y lo digo con cierta tristeza porque yo sería de ésos que me haría el débil e inocente a cambio de que alguien llegara en "mi auxilio". Apúrense mujeres a acabar con el machismo...

Adolfo