22.4.08

La edad de hierro

Fragmento

¡Vivir! Tú eres mi vida. Te quiero en la misma medida en que quiero la vida. Por las mañanas salgo de la casa, me chupo un dedo y lo levanto para sentir el viento.

Cuando sopla desde el noroeste, desde tu dirección, me quedo un rato de pie oliendo, concentrando mi atención con la esperanza de que a través de veinte mil kilómetros de tierra y mar me llegue alguna bocanada de olor a leche que conservas detrás de las orejas y en el pliegue del cuello.

Mi principal tarea, a partir de hoy: resistir el ansia de compartir mi muerte. Quererte a ti, amar la vida, la muerte como algo mío y solamente mío.

¿A quién debo escribir entonces? La respuesta: a ti pero no a ti.
A mí. A ti en mí.

J.M. Coetzee

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