21.4.08

Cíclico

El aire acondicionado está muy fuerte para mi, corre por los dedos mientras tecleo y entumece ligeramente las manos, es un frío molesto porque no puedo hacer mucho para arreglarlo, demasiado para las manos que nunca se acomodan a trabajar con algo que las cubra pero suficiente para que el resto del cuerpo lo tolere; el frío me lleva a un video de Ely Guerra, esa imagen en que canta y tirita mientras corre el agua llega a mi mente cuando el frío es inevitable.

El fin de semana pensé mucho en esas historias que parecen enclavadas en algún lugar del tiempo y se repiten cíclicamente de las formas más absurdas. Me busqué varias veces en Tokio Blues, el libro de Murakami. Encontré a casi todos sus personajes en mi contexto y me sigo dudando entre dos de ellos. No se si esas historias son señales o premoniciones sobre presente o posibles futuros pero me veo desear constantemente ser ese reflejo en las historias que se repiten.

La idea de tener páginas o soluciones prefabricadas salidas del imaginario de algún desconocido con algo que me cuente el final de mis procesos es exageradamente seductor.
Oir La nuit de los Robots in Disguise cada vez que me arreglo para salir una y otra vez, ser el capítulo siete de Rayuela, reencontrarme mil veces con la últimas palabras de La Reina del Sur cuando no entiendo a la gente, el olor mentolado que me deja en su balcón tocando una campana, ese versito terco de Salinas que me hace pensar que para mi corazón basta su pecho. Pongo a Sabina, la cabeza se desconecta y me voy sola en una troca blanca a una playa semivacía de Guerrero, se siente el aire caliente, un niño enfrente juega y se embarra de arena, huele a sal, sabe a cerveza, todo quema, la hamaca me mece, me voy.